Museo de las Colecciones Naturales, Alicante

Abstract

El edificio para albergar las Colecciones Naturales de la Universidad de Alicante, UA, forma parte del conjunto de pabellones militares que, en el entorno de finales de los años 30 y principios de los 40 del siglo pasado, daban servicio y apoyo al aeródromo de Rabasa, inaugurado en 1919. Estas preexistencias le confieren al Campus de la UA un carácter muy singular, pues una institución que en 2019 cumple 40 años posee, sin embargo, vestigios centenarios en sus trazas. Teniendo presentes estas referencias, la política de espacios del equipo de gobierno de la UA ha contado, entre sus objetivos, con actuar en estos edificios singulares, patrimoniales, para actualizarlos en materia de normativa y armonizar su peculiaridad tipológica (este pabellón podría leerse como una réplica a distancia y en miniatura del Prado, en origen Museo Nacional de Ciencias Naturales) con su uso, alojando en ellos los representativos y transversales para toda la comunidad universitaria. En este caso, el Museo de las Colecciones Naturales de la UA, inspirado tanto por la belleza de sus fondos como por la fascinación que suscita el trabajo científico con los mismos (su investigación, custodia y conservación). Al volumen del primitivo pabellón se le adosó, en los primeros 80, un edificio racionalista con el que se colmató la parcela. COR Asociados Arquitectos, titulados por la UA, han planteado un proyecto cuyas estrategias adecúan, con inteligencia y sensibilidad, el programa funcional planteado y las preexistencias. En el pabellón, la operación ha consistido básicamente en eliminar cuantas particiones y adherencias se le habían ido practicando a lo largo del tiempo con el fin de recuperar la rotundidad del espacio original, una nave con cubierta a dos aguas. Ésta, resplandecientemente blanca por fuera y cálida en su revestimiento de madera de eucalipto por dentro, cual Gabinete de Maravillas, se convierte en el perfecto continente de la exposición de las Colecciones Naturales y del trabajo de los investigadores con ellas. Una gran “ventana indiscreta” en el testero libre participa el contenido a la comunidad universitaria. Sobre el suelo de mármol blanco, los armarios guardan los fondos permanentes mientras que las exposiciones temporales los sobrevuelan en una pasarela blanca que cruza y tensa el espacio diagonalmente. La construcción adosada contiene las dependencias necesarias para el tratamiento y mantenimiento de los fondos (laboratorios, herbario, etc.) optimizando su vocación racional al servicio de la función científica. Al exterior, el exabrupto que suponía su presencia sin solución de continuidad con la del pabellón, se suaviza y matiza ahora con una celosía cerámica que, con gracia y delicadeza, vela lo que ocurre en el interior, vuela sobre la cubierta y a la cual una pequeña caja de cerámica brillante verde replica en la entrada al pabellón.